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La revelación del Mesías

aulabiblica

Título: La revelación del Mesías para el hombre

Tema:  El salvador

 

Introducción

 

La conversación que comenzó Jesús con los fariseos y saduceos en Mateo 16:1-4 (La demanda de una señal) realmente continúa en Mateo 16:5-12 (La levadura de los fariseos), aunque en otro lugar y solo con los discípulos, y finaliza en Mateo 16:13-20 (La confesión de Pedro). Estos 3 pasajes muestran progresivamente el proceso de enseñanza de Jesús a sus discípulos acerca de quién da la revelación, por eso les dijo según los 3 pasajes: 1. que los fariseos y los saduceos no la tenían, 2. que ellos tampoco la tenían (aunque lo aceptaban a Él) y 3. que ellos podrían tenerla si el Padre les abría los ojos para poder verlo, como pasó con Pedro. Veamos el desenlace:

 

Análisis de los versículos

Reflexión

El episodio en el que integrantes de 2 de los grupos judíos (fariseos y saduceos) pidieron una señal o milagro aparece en Mt. 16:1-4, Mr. 8:11-13 y en Lc. 12:54-56.

 

En dicho pasaje los fariseos y saduceos viajaron hasta Dalmanuta, donde estaba Jesús con sus discípulos, para ponerlo a prueba pidiéndole que hiciera alguna señal especial o implícitamente que indicara que Él era el Mesías – Salvador de la humanidad (Mt. 16:1).

 

Fue cuando Él les respondió que ellos podían entender hasta el clima, pero no podían entender lo que estaba sucediendo, es decir, que Él era el Mesías – Salvador y que ya había venido, algo para lo que necesitaban la revelación de Dios mismo (Mt. 16:2-3).

 

Posteriormente les dijo que tendrían como señal la de Jonás (aunque ya se los había dicho en Mt. 12:38-42 y Lc. 11:29-32), refiriéndose casi explícitamente a su muerte y resurrección (Mt. 16:4).

Hoy muchas personas al igual que los fariseos y los saduceos, piden que Dios les haga una señal o milagro para creer en Él, pero aun sucediendo éste, ni con todos los avances científicos que tiene hoy el ser humano, podrá ver o tener la revelación de quién es Jesús verdaderamente y a qué vino, motivos que le serían suficientes para obedecerle.

 

Muchos se darán cuenta de ello, ya no con la muerte y resurrección de Jesús (porque ya ocurrió), sino con su propia muerte y resurrección, cuando lamentablemente ya no habrá nada que hacer para evitar las consecuencias de sus actos.

 

Análisis de los versículos

Reflexión

El siguiente episodio, que guarda una relación con el anterior, en tanto que se refiere a la ceguera con respecto a que Él es el Mesías - Salvador, está registrado en Mt. 16:5-12 y Mc. 8:14-21.

 

Tanto Jesús como sus discípulos pasaron el lago o mar de Galilea (ubicado actualmente en Israel) hacia Betsaida (se desplazaron aprox. 10 km.), fue cuando a los discípulos se les olvidó llevar panes (Mt. 16:1-2).

 

Allí Jesús les dijo que tuvieran cuidado con la levadura de los fariseos, refiriéndose a su pecado, incredulidad y a su ceguera, pero ellos entendieron que les estaba exhortando por no haber traído los panes, entonces les dijo que no les estaba hablando de eso y que eso no era problema (Mt. 16:7-10) como no lo había sido cuando los multiplicó para 5000 (Mt. 14:13-21, Mc. 6:32-44, Lc. 9:10b – 17, Jn. 6:1-15) y luego para 4000 personas (Mt. 15:29-39, Mc. 8:1-10).

 

Les replicó que entendieran que no era por los panes y les repitió que tuvieran cuidado con la enseñanza de los fariseos y de los saduceos (Mt. 16:11-12).

Nosotros, al igual que los discípulos, debemos tener cuidado con el pecado que se practica incluso en algunas tendencias religiosas y que son producto de enseñanzas que no están ajustadas a la Biblia, lo que demuestra que no han visto verdaderamente a Jesús ni han visto a qué vino.

 

Análisis de los versículos

Reflexión

El siguiente episodio, que también guarda una relación con el anterior, debido a que es en él donde se muestra cómo se da la revelación, está registrado en Mt. 16:13-20, Mc. 8:27-30 y Lc. 9:18-21.

 

Jesús y sus discípulos se desplazaron a Cesarea de Filipo (a unos 40 km., cerca al monte Hermón), allí les preguntó quién decía la gente que era El (Mt. 16:13), a lo que respondieron que Juan el Bautista, Elías, Jeremías o que alguno de los profetas de los que hablaban las Escrituras (Mt. 16:14). Luego les preguntó quién era El para ellos y fue cuando Pedro le dijo que Él era el Cristo (del griego christos, en castellano Cristo que significa ungido, para ser rey. Cristo es la traducción del hebreo meshiah o Mesías que en hebreo es mashiah, en arameo meshiha, en griego messias o ungido), que era el Hijo de Dios (o que tenía la misma naturaleza, características o poder de Dios).

 

Debido a dicha respuesta Jesús le expresó a Pedro que eso no se lo había revelado (o mostrado) ningún ser humano, que había sido el Padre, Dios mismo el que se lo había hecho saber (Mt. 16:17).

 

Posteriormente e implícitamente, le dijo que con aquellos a los que el Padre les diera esa revelación (de Cristo como el Mesías salvador por lo cual le obedecerían) conformaría su iglesia, aquella sobre la que no tendría poder la muerte, es decir, que resucitarían con El para disfrutar la vida eterna (Mt. 16: 18) y que tendría autoridad espiritual en la tierra y en el cielo (Mt. 16:19).

Nosotros, así como Pedro, los demás discípulos, los fariseos y saduceos necesitamos tener la revelación del Mesías como salvador, es decir, necesitamos que Dios mismo nos permita ver, en lo profundo de nuestro ser, a Jesús como salvador de nuestra condena y que vino a llevarnos para disfrutar la vida eterna con Él.

 

De esta manera cómo no obedecerle, si sufrió la condena en nuestro lugar y nos está prometiendo vivir el período milenial y el cielo con Él.

 

Y es que sólo obedeciéndole haremos parte de su iglesia, algo diferente a hacer parte de determinada congregación, aunque todos debemos congregarnos.

 

De lo anterior podemos decir que había 3 condiciones en las personas que aparecen en los textos: 1. Los que no tenían la revelación (fariseos y saduceos), 2. Los que no tenían la revelación pero que aceptaban a Jesús (los discípulos) y 3. Los que tenían la revelación de Jesús (Pedro).

 

Recuerda que tener la revelación es haber visto, haber entendido que Jesús vino a salvarte de una condena y a permitirte, si le obedeces, vivir el período milenial y el cielo con Él, la revelación es un momento maravilloso donde todo verdaderamente comienza a cambiar, ¿cómo así?, claro, ya deseamos con todo obedecerle. 

 

Aplicación. Dicho todo lo anterior debemos:

 

1. Estudiar la Biblia. La biblia no sólo nos describe lo que viene, tanto para los que obedecen como para los que no obedecen, sino que también nos dice qué es lo que debemos hacer y no hacer.

2.  Orar para que Dios nos de la revelación. Los conocimientos bíblicos nos acercan, pero la revelación es el momento maravilloso en el que Dios nos pasa de la comprensión lógica a la comprensión espiritual (Mt. 16:17, Mt. 11:27, Jn. 6:69) del papel de Jesús en nuestra vida presente y en nuestra vida eterna, por ello debemos orar a Dios porque nos de la revelación.

3. Obedecer a Jesús. Dios poco a poco nos dará otras revelaciones (de su Palabra, de situaciones, de sucesos) o nos permitirá ver, entonces debemos ir poco a poco obedeciendo los consejos de Jesús.

 

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